Tim O’Reilly ha publicado un excelente artículo en The WTF Economy titulado Don’t Replace People. Augment Them en el que habla sobre el reto del futuro de cara a la falsa dicotomía en el sector laboral entre máquinas y los seres humanos – algo que cree que sólo acabará mal (es decir: todos al paro) si «no somos imaginativos con el asunto».
A mi siempre me ha sorprendido esa actitud que todavía persiste hoy en día del miedo a lo nuevo, a los avances científicos, a las nuevas tecnologías y –en muchas ocasiones- al cambio en general. No hay artículo que publiquemos en el que se mencionen robots, avances científicos o informáticos en el que no surja al menos una voz discordante: ¡Qué horror! ¡Nos van a dejar sin trabajo!
Da igual si es un robot albañil, un sistema de conducción inteligente o un cirujano robótico: alguien dejará un comentario o un tuit quejándose porque eso dejará sin trabajo a albañiles, conductores y cirujanos. Asco de vida. El futuro que nos prometieron no era así. Malditos científicos.
O’Reilly utiliza precisamente el ejemplo de un cirujano para explicar por qué eso no debería ser un problema. Para realizar una cirugía ocular láser robótica también se necesita la implicación de muchas personas, igual que para entrenar a un coche conductor o diseñar un robot albañil. Algunas de esas cirugías serían simplemente imposibles para un ser humano hoy en día. Así que en ese caso las maravillas tecnológicas simplemente refuerzan las habilidades de los seres humanos, no eliminan su necesidad.
También me gustó que en el artículo se hablara del legendario Ned Ludd y el movimiento ludita acerca de la revolución industrial (1810 en adelante). Sus seguidores se oponían violentamente al «maquinismo» y a toda forma de «avance tecnológico». Mediante acciones con piedras y palos.
Recuerdo un Wired en el que se publicaron varios artículos sobre el neoludismo aplicable a la informática e Internet (¡hablamos de 1995!). Entre ellos, El retorno de los luditas donde se hablaba del reto laboral en la «autopista de la información» (¡oh, yeah!) y los «supermercados de la información». Se mencionaba que no había que olvidar los millones de personas empleadas en épocas recientes en la fabricación de ordenadores, calculadoras y otras «máquinas de oficina» fruto de la revolución informática. En el mismo número la Entrevista con Kirkpatrick Sale «líder de los neoluditas» (vs. el mismísimo Kevin Kelly) también estaba muy bien.
Si se mira todo esto en contexto se reconoce la actitud de la más rancia «masa enfurecida» al estilo de los seguidores de Ned Ludd, de los pueblerinos enfrentados al Doctor Frankenstein o de muchos de los escriben con miedo sobre los robots y las nuevas tecnologías. Se ve que algunas cosas nunca cambiarán.