Por Nacho Palou — 19 de septiembre de 2011

Este artículo se publicó originalmente en Cooking Ideas, un blog de Vodafone donde colaboramos semanalmente.

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Microsoft Surface podría adoptar una tecnología adicional capaz de modificar la rugosidad de su superficie, potenciando la experiencia táctil.

Aunque es cuestión de acostumbrarse y de práctica, lo cierto es que para muchos usuarios el teclado táctil resulta más incómodo en comparación con un teclado físico, especialmente en tamaños propios de teléfono móvil.

Una desventaja evidente del teclado táctil es que no se puede utilizar sin mantener la vista fija en la pantalla; uno físico de tipo completo –similar al de un teclado de ordenador y con relieves de referencia en dos o tres teclas como los utilizados en las BlackBerry– se puede utilizar casi sin mirar. Con algo de práctica se pueden enviar mensajes con total discreción mientras se mantiene la mirada en la presentación o en la pizarra.

Los teclados táctiles no sólo resultan "invisibles" para al tacto. Tampoco se ha resuelto aún de forma satisfactoria la respuesta que recibe el usuario cuando pulsa las teclas: la vibración habitualmente utilizada –junto o no a un clic– afecta a todo el teléfono, lo que no se corresponde a la respuesta "real" que supone pulsar una tecla "real".

De modo que el problema es doble: la falta de relieve en las teclas y la falta de una respuesta clara que confirme que se ha pulsado la teclea que se pretendía.

Si bien ha habido algunas propuestas aparte de la mencionada vibración, como era el caso de la nunca suficientemente apreciada ni afinada tecnología presente en la BlackBerry Storm 2.

La tecnología háptica –relativa al tacto– busca precisamente aprovechar las ventajas proporcionadas por el sentido del tacto mediante la estimulación mecánica para mejorar la experiencia de usuario y la interacción, en este caso referido a su aplicación en dispositivos con pantallas táctiles.

Teclado táctil de superficie cambiante

Hace no mucho Microsoft obtenía la patente para una superficie táctil que podía presentarse totalmente plana, como las actuales, o cambiar la rugosidad de la superficie resultando en un textura capaz de perfilar elementos en pantalla como teclas y botones.

De este modo, según lo que aparezca en pantalla su rugosidad cambia: totalmente lisa para reproducir un vídeo –por ejemplo– o convenientemente texturizada a la hora de escribir utilizando el teclado.

En el caso de la tecnología de Microsoft se trata de un recubrimiento plástico específico que puede modificar formas previamente establecidas –por ejemplo, la correspondiente al teclado táctil– y que se activa reaccionando a distintas longitudes de ondas de luz: la más cercana al ultravioleta hace que se vuelva rugosa, mientras que la convencional la convierte en una superficie plana.

Debido al desarrollo reciente de esta tecnología de momento sólo es aplicable en grandes superficies táctiles, como es el caso de la Microsoft Surface. Pero en el futuro se podría ver también en móviles y tablets.

Otra opción, desarrollada por la japonesa KDDI, modifica el comportamiento de los botones en pantalla para acercar su respuesta a la de un botón físico que, además de tocarse sin que actúe, se puede pulsar.

Más interesante resulta la tecnología háptica desarrollada por Senseng y denominada E-Sense. Ésta prescinde del vibrador convencional a la hora de devolver un respuesta a la interacción del usuario.

En su lugar recurre a una lámina sobre la superficie táctil que puede modificar su carga eléctrica. El efecto táctil se obtiene creando pequeños campos eléctricos al contacto con la piel de la yema de los dedos. Algo parecido al efecto contrario de cómo funcionan las pantallas táctiles capacitivas.

El E-Sense es tan preciso y versátil que permite recrear la sensación de estar tocando diferentes texturas, «desde suaves a rugosas y desde pegajosas a resbaladizas», de forma dinámica, incluyendo patrones de vibración y pulsaciones en pantalla.

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