Por @Wicho — 26 de febrero de 2018

Contactless in London

Hace poco pude visitar el Centro de Innovación de Visa en Londres, donde nos contaron cómo después de casi diez años de trabajo con Transport for London (TfL), la empresa responsable del transporte público en Londres, por fin es posible pagar en cualquiera de sus medios de transporte mediante el pago sin contacto.

Así, prácticamente cualquier tarjeta American Express, Maestro, MasterCard o Visa que sirva para el pago sin contacto se puede utilizar ahora para pagar en el bus, el metro, el tranvía, el Docklands Light Railway, los buses acuáticos, el teleférico de Emirates, la mayoría de los trenes… Y seguro que me dejo alguna cosa, que lo de Londres tiene telita. De hecho en Visa bromean con que para ellos Londres es como Nueva York en la canción de Frank Sinatra: «si lo consigues allí, puedes conseguirlo en cualquier sitio».

Basta con tocar con la tarjeta al entrar y al salir, igual que se hace con la Oyster. El compromiso de TfL es que el sistema es lo suficientemente listo como para no cobrarte más de lo que te costaría un pase diario si viajas el suficiente número de veces en un día o más de lo que te costaría un pase semanal si haces lo propio en una semana.

Para los viajeros la comodidad es doble: por un lado no tienes que preocuparte del saldo de tu tarjeta –el sistema te deja entrar siempre que tengas una tarjeta (o móvil o similar, en un futuro quizás hasta tus características biométricas) válido y que hayas pagado la última vez que lo utilizaste–; por otro, en el caso de los visitantes, no tienes que preocuparte de adquirir una tarjeta válida para moverte en el transporte público londinense pues te vale con la que te traes de casa.

TfL, por su parte, tendrá que emitir cada vez menos tarjetas y podrá ir reduciendo el número de quioscos de recarga instalados en las estaciones con sus correspondiente carga de mantenimiento, lo que le supone ahorrarse unas cuantas libras al año.

Y tanto para unos como para otros se reducen las colas, permitiendo mover a la gente más eficazmente de un lugar a otro, que es lo que quiere todo el mundo. De hecho según un estudio de The Times los británicos se están ahorrando unos 28 millones de horas de cola al año gracias a la implantación del cobre mediante tarjetas sin contacto. Igualito que en el metro de Madrid, por ejemplo.

Otra ventaja de todo esto es que con la cantidad de datos que recopila el sistema, y una vez convenientemente anonimizados, se pueden programar mejor los recursos disponibles y anticipar picos de demanda o –enlazando por ejemplo con datos meteorológicos– prever cuando va a llover y en qué partes de la ciudad va a haber más gente que pueda decidir montarse en el transporte público.

Y como Google nos conoce tan bien también cabe la posibilidad de que, si el transportista da acceso a esa información, nos pueda avisar de que nuestra ruta habitual de casa al trabajo, por ejemplo, está en obras y que nos sugiera otra.

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Con la experiencia adquirida al poner en marcha los pagos sin contacto en Londres Visa ha desarrollado lo que denomina Mass Transit Transsaction Model, que es un conjunto de normas y protocolos para ofrecer este tipo de cobros a los que se puede apadtar cualquier dispositivo o aplicación y que puede utilizarlos una vez que Visa los haya certificado, con lo que pequeñas empresas –y no tan pequeñas– puedan desarrollar servicios sin tener que reinventar la pólvora.

Esto puede incluir desde los fabricantes de tornos y lectores de tarjetas a las grandes aerolíneas que sabiendo que sus pasajeros están de viaje pueden enviar notificaciones a sus dispositivos móviles con bonos de comida, hotel, o lo que sea necesario en caso del retraso o la cancelación de un vuelo.

Un ejemplo de esto es, por ejemplo, HopOn, un sistema de cobro en transporte público que mediante el uso de balizas Bluetooth y ultrasonidos es capaz de saber cuando uno se baja de un bus y se sube a otro y así aplicar la tarifa correspondiente. En España ya está funcionando en Alicante.

HopOn

Personalmente, la idea me parece excelente –sin ir mas lejos en mi último viaje a Londres llevaba tres tarjetas distintas de transporte– aunque como siempre habrá que ver si al final no acaban apareciendo en el mercado varios modelos que compitan entre sí y que terminen por hacer imposible que los usuarios podamos dejar de llevar varias tarjetas encima. Y también está en asunto de que muchas ciudades han invertido ya bastante en el desarrollo de tarjetas ciudadanas, que habrá que ver si y como se pueden adaptar al MTTM, suponiendo que quien tiene que tomar la decisión quiera tirar por ahí.

Aunque por mí con que pudiera dejar de tener que hacer cola para pagar el suplemento del aeropuerto del Metro cada vez que voy a Madrid ya sería un buen primer paso.

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