Por @Wicho — 3 de abril de 2018

Ruanda lleva desde octubre de 2016 usando drones de la empresa Zipline para hacer llegar sangre a buena parte de sus hospitales rurales, bajando los tiempos de entrega de horas a minutos, salvando unas cuantas vidas en el proceso. en total han volado más de 300.000 kilómetros para entregar 7.000 bolsas de plasma en algo más de 4.000 vuelos.

Los drones siguen una ruta preprogamada usando el GPS y cuando están a punto de llegar avisan por SMS al destinatario, que no tiene más que esperar fuera a que el dron deje caer en paracaídas el pedido antes de volver a base.

Con lo que han aprendido desde entonces Zipline ha diseñado una nueva versión de los drones que tiene una velocidad máxima de 128 kilómetros por hora y una velocidad de crucero de 101, un aumento de un 25 por ciento sobre los 80 kilómetros por hora de la versión anterior. Su autonomía es de 160 kilómetros con 1,75 kilos de carga.

Dron Zip v 2

Pero además, según el presidente de la compañía, son mucho más fáciles de preparar para el vuelo, con lo que un pedido puede ser despachado en un minuto en lugar de los diez que les llevaba antes, lo que a su vez contribuye a que una base de reparto que use los nuevos drones puede hacer diez veces más lanzamientos al día. También se han ocupado de que los nuevos drones sean mucho más fáciles de mantener.

Estos nuevos drones ya están volando en Ruanda y Zipline espera a llevarlos pronto también a Tanzania e incluso a los Estados Unidos, donde las zonas rurales se están encontrando con el problema de que cada vez cierran más clínicas. La idea sería poder enviar a los pacientes sus medicamentos sin que sean los pacientes los que tengan que hacer largos recorridos para recogerlos. Y es una idea que, sin duda, se podría aplicar en muchos otros sitios con poblaciones rurales con un acceso complicado a los centros de salud.

Implantar un sistema así, además, no es sólo una ventaja para los pacientes sino que también lo es de cara a reducir los gastos tras la inversión inicial: en Ruanda se han reducido en un 95% las mermas al no andar llevando bolsas de plasma a sitios en los que quizás terminen por no ser usadas.

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