En su última versión el robot Atlas de los laboratorios de Google demuestra cómo es capaz de caminar haciendo complicados equilibrios entre obstáculos y ladrillos realmente complicados.
Creo que solo con verlo se pueden destacar tres cosas: la innegable «humanidad» de sus gestos; que esos mismos gestos tan propio de los seres vivos pueden apreciarse incluso en las simulaciones y el hecho de que habría humanos que no serían capaces de superar esa prueba sin caerse.
Tal y como se explica en el vídeo lo más complicado no es la fase de «tanteo» buscando el punto de apoyo más adecuado (al fin y al cabo puede hacer equilibrios en un solo pie sin problemas, y lo otro es cuestión de ir probando hasta calcular cuál es el punto de equilibrio válido) sino que el segundo punto de apoyo para el otro pie tras dar un paso no está precalculado de ninguna forma. En otras palabras: el robot tiene que «tocar y ajustar» sobre la marcha, muchas veces ayudándose incluso de los brazos –como hacen gimnastas y funambulistas– en algo que a nosotros nos resulta automático pero que no es para nada trivial para una máquina.
Eso sí, una advertencia siempre a tener cuenta en estos vídeos: vemos una demostración perfecta que ciertamente deja con la boca abierta, pero no se explica en ningún lado cuál es el porcentaje de aciertos en estas pruebas ni disfrutamos de los espectaculares fostiones que sin duda habrán sido cientos durante su programación y entrenamiento. Un poco lo que les pasa a todos los vídeos de retos absurdos, aciertos imposibles y casualidades incalculables pero en plan «ingenieril».
(Vía TNW.)